Me parece estupendo que la Fundación Gala-Salvador Dalí enriquezca su patrimonio con nuevas adquisiciones de obras del genial pintor. Lástima que luego los aficionados nos tengamos que ir a Venecia a ver la antológica del centenario, o recientemente a Londres para disfrutar con la exposición Dalí y el cine.
Un día deberían explicar, de una vez por todas, por qué no enterraron a Dalí en Púbol junto a su amada musa, tal y como era su manifiesta voluntad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de agosto de 2009