Nada tan sospechoso, y peligroso, como negar la realidad. Lo llevamos oyendo por días y semanas: en el PP nada de corrupción, todos inocentes, sufridores de una malvada persecución. A pesar de que la realidad está ahí, probada y confirmada por los mecanismos vigilantes de nuestra democracia. Pero, hay más: el Gobierno, denuncian ahora, ha hecho de España "un Estado policial con escuchas telefónicas ilegales a dirigentes del PP". Pero, en el PP las ganas de poder, de tener en manos las riendas de una política que interprete, imponga y decida los destinos de una nación saben convivir con la pestilencia del robo y del dinero y, llegado el caso, negarla olímpicamente y traspasar a otros (fiscales, jueces, policías, guardia civil, medios de comunicación, etcétera) la responsabilidad. Por más que se pretenda, no se puede cambiar la realidad con distracciones, pretextos o acusaciones de otro género. Resulta repugnante y suicida.
La ciudadanía entera, al igual que las instituciones acusadas, debiera gritar: señora Cospedal "váyase".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de agosto de 2009