Me llama la atención el revuelo que han organizado los miembros del Partido Popular por la detención a manos de la policía de algunos de los suyos en el escándalo de Palma Arena. Si yo fuera político, sea del signo que fuera, me daría vergüenza ajena de que se haya producido esta detención en cargos de mi partido, y no la forma en que se haya realizado.
Las formas las veo del todo normales, dado que a cualquier ciudadano de este país no le andan deteniendo sin motivo, algo que agradecemos de este Estado de derecho que nos ampara. Otra cosa sería que dichas detenciones fueran injustificadas y se hubieran utilizado los instrumentos del Estado para un fin ilícito, con fines partidistas y de desgaste del adversario. A cualquier ciudadano corriente que detiene la policía no se le lleva en un coche policial como si fuera de compras, aun habiendo en muchas ocasiones cotidianas motivos dudosos de algunas detenciones a ciudadanos indefensos que se producirán por situaciones de la vida diaria.
Quizás sea que los políticos de este país, o al menos una gran mayoría, piensan que por desempeñar determinados cargos en la Administración, les ampara un fuero que les protege de todos los desmanes que realizan, pero afortunadamente no son inmunes a la justicia. Espero que ésta siga actuando en todos los que se precise.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de agosto de 2009