Los acuerdos de España con la Santa Sede de 1979 hoy me parecen absurdos. El Gobierno de España tiene súbditos católicos y tiene que tener en cuenta sus ideas y necesidades como las de todos los demás españoles. Nada tiene que ver el Gobierno con un estado extranjero que dirige a algunos de sus ciudadanos desde Roma. Sólo se necesitan acuerdos con los católicos españoles sin intervenir el Vaticano. Claro, el Vaticano puede tener influencia en sus "súbditos", pero sería una influencia indirecta. Hubiera que rescindir los acuerdos de 1979 y cambiarlos por acuerdos sólo con organizaciones españolas y que también valen para todas las organizaciones religiosas de igual manera sin dar privilegios a la Iglesia Católica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 25 de agosto de 2009