Suecia está de moda. Es un hecho. España ha descubierto la riqueza de la cultura popular de un país que antes sólo se asociaba con inviernos largos, espacios abiertos y rubias silbando a Alfredo Landa. Obviamente hay mucho más. Suecia, como el que no quiere la cosa, es uno de los grandes en cuanto a música pop. Según algunos estudios, en términos económicos es la cuarta potencia mundial exportadora de pop tras Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. Esto estimula la creatividad en todos los estilos, del más comercial a los sonidos más refinados. En este último grupo se puede situar a Joel Amel que este sábado se pasará por Moby Dick (avenida de Brasil; a las 22.00; 12 euros). Amel juega a ser un crooner. Esta palabra, que definía en origen a los cantantes de standards estadounidenses al estilo Sinatra, ha pasado a ser usada para un tipo de interpretación elegante que se adapta perfectamente al pop de historias y sentimientos. Cosas del mundo posmoderno: de ser considerado un estilo hortera para galanes maduros ahora es sinónimo del colmo de lo aristocrático. El sueco, como mandan los cánones, acudirá con una banda numerosa, de ocho componentes, a presentar su único disco publicado, A master of ceremonies.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 30 de agosto de 2009