Que nuestro país está pasando por un momento difícil, con la crisis estancada y esperando repuntar en el otoño cuando los brotes verdes estacionales nos digan adiós, es un hecho incuestionable. Que la gripe A nos va a crear problemas sanitarios abundantes con los primeros fríos, tampoco puede dudarse. Que los independentistas catalanes están "velando sus armas" para movilizarse y crear agitación social si la sentencia del Constitucional no les es propicia, también está claro para todos. Pues bien, sería lógico pensar que nuestros políticos estarían deseando debatir sobre cualquiera de estos graves temas en el Parlamento tras el paréntesis veraniego, ¡pues no señor! Gobierno y oposición han vuelto a enzarzarse en sus estúpidas guerras partidistas: que si tú me espías, que si yo te escucho, que si tú eres corrupto, que si tú más. Que si tú pones cortinas de humo para tapar la crisis, que si tú las pones para tapar tu corrupción, que si tú presionas a la fiscalía, que si tú te inventas conspiraciones que no existen.
¡Ya está bien, señores! Los elegimos y los pagamos para que intenten solucionar nuestros problemas, no para que se enreden en luchas partidistas que cada vez nos importan menos a la ciudadanía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de agosto de 2009