El ritmo cadente, los sensuales giros y la deriva melancólica que se desgrana en cada acorde del tango parece una alegoría unida a la esencia argentina. Pero la realidad es que los porteños ya no mantienen el ritmo como sus antecesores. Una pareja de japoneses, Hiroshi y Kyoto Yamao, consiguió ayer el primer premio en el VII Campeonato Mundial de Tango que se celebró en el estadio Luna Park de Buenos Aires. Su "destreza y sentimiento", según el jurado, les valió para batir a las 40 parejas en la sección Tango salón que valora el baile como hecho social y cultural porteño. Una competición a traspiés, ochos y boleos para mil bailarines de más de 25 países que esta noche tienen otra cita, la de Tango escenario. Para tranquilidad de Gardel, y aunque fuera en el tercer puesto, en el podio entró una pareja de argentinos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de agosto de 2009