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Crítica:

Mirada agridulce entre bambalinas

"Nunca había sentido dolor hasta que empecé a hacer comedia", afirmaba Orny Adams en el documental Comedian (2002), de Christian Charles, que registraba el regreso de Jerry Seinfeld a la base de su oficio -el circuito de los clubes- tras la cancelación de su legendaria serie y la quema simbólica de todo su viejo material. Comedian ofrecía un pase de acceso privilegiado a la cocina de una profesión donde priman tensiones, competitividad y neurosis antes que hilaridad y camaradería, a través del contraste entre una leyenda viva empeñada en renacer desde cero (Seinfeld) y el aspirante (Adams) lastrado por su propia naturaleza ígnea. Orny Adams es una de las muchas presencias en el rico repertorio de cameos de Hazme reír, tercer largometraje como director de Judd Apatow.

HAZME REÍR

Dirección: Judd Apatow.

Intérpretes: Adam Sandler, Seth Rogern, Leslie Mann, Eric Bana. Género: comedia. EE UU, 2009. Duración: 146 minutos.

De nuevo, los arquetipos del mito empeñado en (o, en este caso, forzado a) renacer y del recién llegado con sed de triunfo (a ratos, escudero fiel; a ratos, figura parasitaria y patéticamente trepa) articulan la trama. Es debatible si Hazme reír es comedia -aunque proporciona, en generosa medida, risas de primerísima calidad- o bien un drama con cómicos dentro.

Lo que sí está claro es que Apatow la ha planteado como su do de pecho, su película a lo James L. Brooks, y, si bien su mirada agridulce a las bambalinas del oficio es precisa, implacable y afinada y su reparto al completo conquista la gloria, al cineasta se le sigue yendo la mano en las medidas. Es sólo una cuestión de peso (o de metraje), pero que sabotea la potencial excelencia del conjunto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de septiembre de 2009