Cuando a principios de 2009 se hicieron públicas las candidaturas a los Oscar, en el apartado de mejor actriz sobresalía el nombre de Melissa Leo. Porque, entre Winslet, Hathaway, Jolie y Streep, era la menos conocida, pero sobre todo porque la película que la encumbraba había sido rodada en vídeo digital por menos de un millón de euros.
Frozen river, que también era candidata a mejor guión original, se convertía así en uno de esos artefactos de la independencia que aparece como invitada extravagante en la fiesta de los ricos. Los inhóspitos parajes nevados de la frontera americana donde se ambienta la historia, el rostro demacrado de una madre coraje, el telón de fondo de la inmigración ilegal y las mafias, y, por supuesto, el gran trabajo de Leo le habían llevado hasta el triunfo. ¿Significa eso que estamos ante una película merecedora de aparecer entre las mejores del año? No.
FROZEN RIVER
Dirección: Courtney Hunt. Intérpretes: Melissa Leo, Misty Upham, Charlie McDermott, Michael O'Keefe, Mark Boone Junior.
Género: drama. Estados Unidos, 2008. Duración: 96 minutos.
Frozen river se abre con lo que se podría considerar un efecto especial en los tiempos que corren: el primerísimo plano de una mujer en torno a los 50, que demuestra en cada poro, con cada centímetro de ojera, con cada vena a punto de estallar, que es una mujer (y, por ende, una actriz) que ha vivido, que ha sufrido. Courtney Hunt, directora y guionista debutante, inicia su odisea con un rostro que no miente. A partir de ahí, y de la mano de Leo, premio de interpretación en San Sebastián, el espectador acompañará a los protagonistas en su deambular por una existencia en la que comprar una casa prefabricado es un lujo, en la que chinos y paquistaníes se arriesgan a cruzar fronterizos ríos helados, encajonados en el maletero de un coche, con tal de alcanzar la tierra soñada.
Con un primer tercio demasiado moroso y un desenlace apresurado, la película se sufre tanto por su contenido como por su dispar narración. Austera en el ambiente y seca en su información, Frozen river es un canto al esfuerzo: el de sus productores, el de sus protagonistas, el del espectador.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de septiembre de 2009