No es el primer político que se entrega a la iniciativa privada. Ni siquiera el primero en recalar en PricewaterhouseCoopers (PwC). Y probablemente tampoco será el último. Se dice que sus diferencias con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, han determinado su renuncia al escaño en el Congreso de los Diputados que ha mantenido en las dos últimas legislaturas. También se dice que su buena relación con Luis de Guindos, actualmente responsable del sector financiero en PwC, puede haber convencido definitivamente a Jordi Sevilla para incorporarse en la consultora.
El que fuera ministro de Administraciones Públicas entre 2004 y 2007, y a quien todavía se recuerda con cariño por esos pagos por ser un claro impulsor de la modernización de la función pública (actualmente bastante parada), nació en Valencia en 1956, se licenció en Económicas para posteriormente convertirse en funcionario por oposición en el cuerpo de economistas del Estado.
Modernizar la Administración vuelve a ser su "privado" objetivo
Cautivado por lo público desde bien joven, Sevilla ha desarrollado su carrera profesional entre su puesto de asesor de relaciones económicas internacionales del gabinete de presidencia del Gobierno (1985-1991); de jefe de gabinete de Pedro Solbes, tanto cuando fue ministro de Agricultura como cuando lo fue de Economía y Hacienda (entre 1991 y 1996); de asesor del PSOE en el Congreso hasta que en 2000 fue elegido diputado por Castellón..., así hasta llegar a ministro.
Precisamente su plan de modernización de la Administración española es uno de los atractivos que ha visto el presidente de PwC, Carlos Mas, en Sevilla, quien se convertirá en un asesor de lujo en esta materia, en políticas de diversidad y conciliación y en políticas de I+D+i, entre otros asuntos que la consultora denomina "trabajos de liderazgo de pensamiento".
Una nomenclatura que tiene poco que ver con lo que Sevilla escribía en su blog como despedida de la vida política: "Creo más en el proyecto social que en el poder, en las reglas conocidas que en la discrecionalidad, en los equipos que en las individualidades. Me interesa el 'estar para hacer' antes que el 'estar para ser".
Quien siempre ha pensado que hacerse mayor era ir aceptando que ya no todo es posible, también declara que sigue creyendo en su sueño, como Alicia en el país de las maravillas, desde el otro lado del espejo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de septiembre de 2009