Telecinco necesita leña para remontar su audiencia, y para leña la de Risto Mejide, el cínico showman, el personaje impostado, el escandalizador cruel, el azotador de triunfitos que se dio a conocer en Operación Triunfo hace ya tres años. G-20 es el nombre de su programa, que se emite de lunes a jueves en la franja que se conoce como access prime time: la que va inmediatamente antes del horario de máxima audiencia con el objetivo de dejar el horno caldeado y a la audiencia enganchada al canal en cuestión.
De momento se han visto dos emisiones del programa, 30 minutos (publicidad aparte) durante los que Mejide pone de vuelta y media a políticos, deportistas, presentadores, personajes del corazón y a sí mismo (aunque con otra guasa y más condescendencia). "Miss hospital. La gripe A no sé si la pillaremos, pero un buen pedo sí que estamos pillando", dice Mejide de Trinidad Jiménez. Fernándo Alonso, entre otros, tampoco sale bien parado: "Fernandín, tú sigue vendiendo relojes, que las horas pasan y también las carreras, y nosotros ya estamos cansados de esperar".
G-20 se estrenó el miércoles arrasando en el ranking: fue lo más visto del día, con 3.168.000 espectadores y un 21,9% de la cuota de pantalla, cifra elevada en los tiempos que corren, y seis puntos por encima de la actual media de Telecinco (16%). Al día siguiente, Risto volvió al ataque. Y por el camino perdió 646.000 espectadores (lo vieron 2.522.000 personas) y un buen pellizco de cuota: se quedó con un 17,7%.
¿Y qué fue lo que vieron los espectadores atentos de su estreno? A un Risto más incómodo de maestro de ceremonias que en su habitual papel de jurado repanchingado en la silla, teatrero -"Buenas noches a todos y en especial a los que habéis criticado a este programa antes siquiera de haberlo visto. Yo también os estaba esperando"-, sarcástico (ninguna novedad) y malhablado hasta chirriar (la lista de tacos es larga). Risto, además, se trastabilló a menudo al hablar, más en el segundo programa que en el primero, traba que intenta solucionar riéndose de su propia limitación. Complicada gesta la de repartir leña a diestro y siniestro trabándose cada tres frases.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de septiembre de 2009