Luchando contra la adversidad de un escenario angosto, los cubanos tuvieron en su estreno que sobreponerse a un percance eléctrico que dejó mudo al sonido en medio del segundo acto. Pero reaccionaron como profesionales y el conjunto siguió al compás de la voz de una instructora hasta que bajaron el telón. El público reconoció con un cerrado aplauso la heroicidad, y la función se pudo reanudar. Pero una cosa así marca una velada, lamentablemente. Es cierto que se bailó mucho y bien en el Gran Vía, y que la nueva generación del BNC promete y mucho. Las dimensiones obligaron a reducir la formación a 16-2-4, una pena.
Viengsay Valdés es ahora la cabeza de cartel del conjunto y su cisne blanco ha madurado. Su cisne negro es dominante y virtuoso. Estuvo acompañada por el joven Elier Bourzac, que será un buen príncipe, sin duda. Lo tiene todo: pies fabulosos, piernas interminables y gallardía. Yonah Acosta hizo un bufón expresivo a la vez que bien bailado.
BALLET NACIONAL DE CUBA
El lago de los cisnes. Coreografía: Alicia Alonso. Música: Chaikovski. Escenografía: Ricardo Reymena. Vestuario: Francis Montesinos y Julio Castaño. Teatro Compac Gran Vía. 9 de septiembre.
La estética del ballet cubano está cambiando, desde el terminado hasta el empaque, desde la línea hasta la musicalidad. Era hora de volver a los laureles de antaño.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de septiembre de 2009