Mientras países como Chile o Argentina persiguen y condenan a los responsables de sus dictaduras militares genocidas y se esfuerzan en rehabilitar a los represaliados por esos regímenes, en España no sólo no hacemos tales cosas, sino que nos dedicamos a imputar ante los tribunales al único juez que se ha atrevido a intentarlo. Sin embargo, a la hora de colgarnos la medalla de demócratas somos los primeros. Desgraciadamente, una cosa es predicar, y otra, muy distinta, dar trigo. Siento vergüenza de mi propio país.- Daniel Maqueda Fuentes. Madrid.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de septiembre de 2009