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Crítica:CRÓNICAS DE AMÉRICA LATINA

Suburbio violento de Buenos Aires

La literatura argentina vive en la tensión entre escribir como se escribe y escribir como se habla. Siete maneras de matar un gato es un ejemplo notorio de esta segunda opción: lunfardo, argot juvenil y jerga del submundo del pequeño delito son la lengua exclusiva de esta primera novela de Matías Néspolo. Las voces de Roberto Arlt, Osvaldo Soriano y el tango canyengue se mezclan con las del denominado "nuevo cine argentino": películas como Pizza, birra y faso o Un oso rojo, ambas de Adrián Caetano, son muy cercanas al orbe del relato. Al registro coloquial corresponde un paisaje suburbano, violento, dominado por pequeñas mafias de puño pesado y gatillo fácil, negociantes de toda clase de drogas, donde los jóvenes aprenden antes a usar una pistola que a seducir a una chica. El viejo culto argentino de la hombría, presente en el Martín Fierro, en Lugones, en Borges, se transforma sagazmente aquí en elemento central de una novela de género.

Siete maneras de matar un gato

Siete maneras de matar un gato

Matías Néspolo

Los Libros del Lince. Barcelona, 2009

217 páginas. 18 euros

El Gringo, el adolescente que narra su peripecia, lee obsesivamente Moby Dick -la única novela que conoce y que es la referencia con la que todo se compara-, es socio del taimado Chueco -que lo salvó del reformatorio y ahora lo extorsiona con esa deuda moral- y por el amor de Yanina se mete de lleno en una sanguinaria guerra de traficantes. Néspolo (Buenos Aires, 1975), periodista afincado en Barcelona, exhibe todo el abanico del léxico y las frases hechas del habla rioplatense -como en los poemas gauchescos, un glosario al final del libro ayuda al lector no argentino-. Y lleva progresivamente al primer plano el retrato a la vez dramático y mordaz, agudo y fresco, de la actualidad argentina: la crisis crónica, la frontera cada vez más estrecha entre mundo civilizado y marginalidad sin ley, el futuro desesperado, la inútil contienda de piquetes, manifestantes y policía, la falsa y excluyente prosperidad de la ciudad de Buenos Aires.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de septiembre de 2009

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