Grecia es la última valla que debe superar España en su camino a la final. Sobre el papel, palabras mayores; visto en perspectiva, un rival al que le tiene tomada la medida el equipo español. Los cinco últimos enfrentamientos oficiales los ganó España, algunos por diferencias abultadas: en los Juegos de Pekín (81-66), dos veces en el Europeo de hace dos años (82-77 y 76-58), en la final del Mundial de Japón de 2006 (70-47) y en el Europeo de 2003 (94-91).
Es mejor resolver antes que después ante la selección que ahora dirige el lituano Jonas Kazlaukas, relevo del legendario Yannakis, tras una brillante etapa con título europeo en 2005 y plata en el Mundial un año después. No cerrar el partido a tiempo entraña un riesgo mortal. Le sucedió ayer a los turcos en el cruce de cuartos del que salía el rival de España. Vencían por 63-57 cuando faltaban dos minutos. Tiempo de sobra para que los griegos remontaran. Aunque Arslan forzó la prórroga, los helenos acabaron llevándose el gato al agua: 74-76.
Pese a la renuncia de sus jugadores más emblemáticos, Diamantidis y Papaloukas, Grecia ha juntado un equipo muy compacto. Spanoulis y Zisis manejan los partidos con mucho control del ritmo de juego y fiados al control del rebote (36 de media por partido, uno más que España). Son más productivos en ataque que en años anteriores y mandan en la estadística de puntos con una media de 80,3, por delante de España, con 78,7.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de septiembre de 2009