No levantó los ojos del suelo. Josué Estébanez tomó la última palabra titubeante, tras cinco sesiones en las que otros analizaron al detalle cómo mató a Carlos Palomino. Su intervenció duró apenas un minuto, llena de frases cortas y silencios. Se confesó "arrepentido". "Yo no quería quitar la vida a nadie ni hacer daño a nadie, pero me entró mucho miedo y no supe reaccionar".
Habló de su vida "hecha", la que tenía a sus 23 años el 11 de noviembre de 2007, el día que apuñaló a Palomino en un vagón del metro. Su víctima murió con 16. "Tenía todo", dijo Josué. Tragó saliva. "Lo siento mucho". Terminó con otra frase: "Yo no sabía que iba a llegar a tanto".
La fiscal solicita 30 años de cárcel para Estébanez por la muerte de Palomino y la agresión grave a otra persona. Aumentó la condena tras considerar el agravante por motivo ideológico. Agresor y víctima no se conocían. Josué, simpatizante nazi, atacó a Carlos, de ultraizquierda, según entiende la fiscalía y el resto de acusaciones. La acusación particular pide 37 años. La defensa lo reduce a nueve meses para el ex soldado, que lleva casi dos años en prisión preventiva. Alega legítima defensa, miedo insuperable y estado de necesidad.
El acusado no miró a la madre del fallecido, Mavi Muñoz. Ella le lanzó un grito tras su última palabra. "¡Te deseo lo peor de esta vida, Josué!", exclamó mientras la policía desalojaba la sala. El perdón del homicida le sonó "totalmente falso". "No se lo voy a perdonar", repitió ante casi una decena de cámaras alineadas a las puertas de la Audiencia Provincial. De fondo sonaban los aplausos de los compañeros de Palomino, concentrados al otro lado de la calle tras cinco furgonetas policiales. Ondeaban banderas negras. Gritaban: "Carlos vive, la lucha sigue".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de septiembre de 2009