Leo que la Junta de Guipúzcoa rechaza quitar, con los votos de PNV y EB, las fotografías de etarras que campan por algunas calles, ya que, según ellos, va contra la libertad de expresión. Supongo que los políticos que opinan esto no pondrán impedimento alguno a que algún ciudadano ponga en las paredes de un pueblo guipuzcoano fotos de Hitler, Pol Pot o Stalin. O una foto de Franco frente a cualquier ayuntamiento. Todo por la libertad de expresión.
Y sobre todo, quiero pensar que no pretenderán quitar la foto si es de un violador, aunque sus víctimas tengan que ver su rostro cada vez que van a comprar el pan.
Porque algo así es lo que sienten muchos ciudadanos, víctimas del terror mafioso, cuando inevitablemente tienen que ver los ojos de quien les ha arruinado la vida.
La desvergüenza puede disimularse con un traje de libertad de expresión (para todos menos para el que piensa distinto, claro). Pero el respeto a las víctimas no permite disfraz. O se respeta, o se cae en lo indigno, siendo suaves.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de septiembre de 2009