Se le rinde culto casi a escondidas. Sobre todo si se compara en estos tiempos su proyección con la de su amigo y compañero de batallas en los ochenta Joaquín Sabina. Por eso, quizá, Javier Krahe busca refugio en los cafés, escenarios que frecuenta y abarrota estos últimos años. Así, visitará el viernes próximo, por la noche, Clan Cabaret (en Alicante). Y repetirá al día siguiente, por si alguien se ha quedado con ganas de más. Más música cargada de ironía y construida desde el ingenio. Más poesía. Más humor del bueno. Del que hasta duele. Y Krahe repasará sus últimas letras, las de Querencias y extravíos, su último trabajo, publicado en diciembre de 2007.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de septiembre de 2009