Su primer viaje fue clandestino. Entró en Algeciras desde Tánger escondido en los bajos de un camión. Ahora vuelve, como un pasajero más, con un visado que le abre las puertas de España y una sentencia que lo convierte en intocable. Un juzgado madrileño ha anulado la repatriación de Bilal El Meghraoui, un marroquí que fue expulsado de España en noviembre de 2006, cuando tenía 17 años.
La sentencia condena a la Delegación de Gobierno de Madrid a anular esa orden y adoptar "cuantas medidas sean necesarias" para que vuelva a España, al entender que no se respetaron los preceptos legales y no fue devuelto con garantías. Es la primera vez que un juez obliga a la Administración a retornar a un menor extranjero ya expulsado.
Bilal, que casi había perdido la esperanza, pisó de nuevo suelo español el jueves. Desembarcó en Algeciras, donde seguía ayer alojado en casa de una familia. El joven quiere volver a Madrid y retomar sus cursos de carpintería metálica. Era un estudiante de notas excelentes, según reconoce la sentencia. Un chico responsable que vivía en un piso de acogida de la ONG Mensajeros de la Paz.
Todos los días iba al centro de formación Virgen de África, en el distrito de Orcasitas, para aprender el oficio con el que esperaba alimentar a su familia desde España. Hasta que lo subieron a un avión de vuelta.
Bilal El Meghraoui, que ahora tiene 20 años, guarda todavía los resguardos de sus excelentes notas y el abono de transportes con el que se movía de un sitio a otro por Madrid. Ha pasado casi tres años esperando para volver.
El joven marroquí no quiso ayer hablar con los periodistas. "Está muy nervioso y emocionado", explicó Mercedes Jiménez, antropóloga y miembro de la asociación Al Jaima, que ha gestionado el caso desde la repatriación.
Su madre, su hermano mayor y la hermana pequeña se han quedado en Tánger. Son gente humilde que vive en un barrio periférico. La madre, enferma, necesita el dinero que mande su hijo desde España para poder comprar medicinas.
Cuando lo repatriaron, Bilal bajaba al puerto y miraba al mar. Los miembros de Al Jaima y su abogado le daban ánimos. Su repatriación, según la sentencia, se saltó preceptos legales. La Delegación no escuchó sus motivos ni incluyó informes de su situación familiar. Fue uno de los 111 menores repatriados en 2006. Más de la mitad desde Madrid, donde Comunidad y Delegación se culpaban de la cifra.
Bilal trabajaba en una carnicería cuando llegó la sentencia del juzgado de lo Contencioso-administrativo 14 de Madrid. La decisión judicial, de septiembre de 2008, se atascó. El abogado de Bilal, Juan Ignacio de la Mata, fue al Consulado de Tánger a exigir el visado. El mismo que Bilal muestra orgulloso en la foto. El que le ha permitido entrar en España, para quedarse, sin tener que viajar escondido en los bajos de un camión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 30 de septiembre de 2009