La emergencia de nuevos coreógrafos es una necesidad; es la salud del género, su posibilidad de progresión; pero encontrar talento y su cauce no es fácil. Para estas propuestas de egresados del conservatorio madrileño hay que señalar su arrojo debutante, su interés en las composiciones posturales y el recurso del anárquico-estético como catalizador, cosas que en sí mismas no hacen una coreografía, pero podrán coadyuvar al talento.
Concedamos así el beneficio de la certeza: el desarrollo de personalidad coreográfica es lento y necesita de espejo para protegerse del narcisismo; tijeras para desechar lo que debe quedar fuera y distancia para reconocerse. Falta control y el encolado de los materiales obtenidos debe ser sutil, armónico, no chirriar; acaudalarlos y fijarlos tiene que estar en relación con sus posibilidades plásticas de expandirlo -o contraerlo- en la proyección escénica.
NUEVOS COREÓGRAFOS
Opus 23": Mireia Sans; Desúpeto: Irene Sequeiros; Euspen: David Guerra.Teatro Lagrada, Madrid. 1 de octubre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de octubre de 2009