Desnaturalizado en el juego, sin ánimo, fuerzas, acierto ni gol, se encuentra el Villarreal, incapaz de ganar a un austero Espanyol que se quedó con diez jugadores al cuarto de hora. Valverde tiene pocas coartadas. A cada partido que pasa, su conjunto tiene peor pinta. No se le reconoce. En el fútbol se toman demasiadas decisiones y a veces de manera visceral y precipitada. Pero la cordura ha reinado siempre en el Villarreal. La paciencia de sus dirigentes se ha trasladado al terreno. Una muestra más la dio Fernando Roig, su presidente, al bajar al vestuario, responsabilizar a los jugadores de la situación y asegurar que Valverde seguirá. De momento.
Nadie duda de la capacidad de Valverde. Sin embargo, seis jornadas han transcurrido, pocas sí, pero suficientes para ver que nada funciona en el equipo, que ha perdido en muy poco tiempo su identidad. Uno piensa que siempre hay tiempo para rectificar. Mimbres hay de sobra para revertir la situación. Diego López, Senna, Rossi, Cazorla y Nilmar poseen mucha calidad. Al igual que Aimar, Ayala y Oliveira, que vivieron dos años atrás el descenso del Zaragoza. Aviso para navegantes.
VILLARREAL 0 - ESPANYOL 0
Villarreal: Diego López; Venta, Gonzalo, Godín, Capdevila; Cazorla, Eguren (Cani, m. 52), Senna, Pirès (Jonathan Pereira, m. 65); Rossi y Nilmar (Llorente, m. 69). No utilizados: Oliva; Ángel, Marcano y Bruno.
Espanyol; Kameni; Roncaglia, Forlín, Nico Pareja, David García; Moisés, Nakamura (Pillud, m. 19), Coro (Baena, m. 46), Iván Alonso, Luís García; y Callejón (Javi López, m. 83). No utilizados: Cristian Álvarez; Marques, Verdú y Sahar.
Árbitro: González Vázquez. Expulsó (m. 15) directamente a Forlín. Amonestó a Iván Alonso, Nico Pareja, Cazorla, Baena, Eguren y Jonathan Pereira.
El Madrigal: 18.000 espectadores.
Pochettino precintó los espacios para que el Villarreal no se desplegara cómodo. No se equivocó el técnico del Espanyol, que confiaba en que la ansiedad que atenaza a los amarillos hiciera el resto, contemplando plácidamente los pericos el sobeteo, con menos precisión de lo habitual, que sobre el esférico practican. Más atentos al error ajeno que al acierto propio, sin haber dado dos pases continuos, se encontró el Espanyol con la posibilidad de adelantarse en el marcador. Y sin rematar siquiera. Eguren desvío hacia su portería una falta que repelió el larguero de Diego López. Instantes después, a los 15 minutos, el Espanyol se quedaba con uno menos al ser expulsado Forlín por agarrar a Rossi, siendo el último defensor, ante el área de Kameni. Dio igual.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de octubre de 2009