Este pasado martes, en el debate del estado de la Comunidad y, ante la interpelación del portavoz socialista, el presidente Camps expuso las razones por las que se considera exonerado de las consecuencias del llamado caso Gürtel: haber arrasado en las recientes elecciones europeas y haberse archivado el caso de sus trajes por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia.
En el primer caso supone una perversión de los fundamentos de la democracia y, en el segundo, un acto jurídico cercano a la prevaricación. El considerar que unos presuntos delitos puedan ser exonerados por las consecuencias positivas de unas elecciones europeas -en las que Camps no era candidato, por cierto- es pervertir absolutamente los pilares de equilibrio de poderes sobre los que se asienta una democracia. Resulta incomprensible que eso lo argumente Camps que, además, es licenciado en Derecho.
En cuanto a la absolución por el Tribunal Superior de Valencia, de la que se siente tan orgulloso, hay que señalar que en el auto de archivo de las citadas diligencias intervino su presidente De la Rúa, que asiste a mítines del Partido Popular y cuya amistad íntima con Camps es definida por éste mediante un concepto superior y que trasciende los límites de una mera amistad. ¿Cómo se llama la actuación de un juez en un caso en el que el acusado mantiene con él una conocida amistad o enemistad? Pues, eso.
Y, a todo esto, el Consejo General del Poder Judicial mirando para otro lado. Éstas son las dos razones por las cuales Camps considera que no le afecta el caso Gürtel. Si los políticos que nos gobiernan entienden así los fundamentos de la democracia, aviados estamos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de octubre de 2009