El agujero negro en el que se ha convertido el PP valenciano para Mariano Rajoy no para de crecer y amenaza con engullir su credibilidad interna como líder del principal partido de la oposición. Por segunda vez en una semana, tanto Ricardo Costa, el todavía secretario general, como Francisco Camps, el barón regional, desobedecieron las órdenes tajantes de la calle de Génova.
Y el último, incluso, fue más lejos, porque ofreció una interpretación de lo que había pasado en el Comité Ejecutivo del PP valenciano que no era real. "Yo mañana estaré sentado en las Cortes como portavoz", señalaba Costa anoche a EL PAÍS.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de octubre de 2009