Vaya por delante que no soy admiradora de los militares y menos de las guerras. Mi contestación a la carta del pasado 11 de octubre en la que se acusa al Gobierno de "ocultar" una guerra en Afganistán y de que los soldados que están en misión humanitaria creen que van "sólo" a ayudar. No es cierto.
Tengo un hijo que ha estado en ese país y tanto él como todos los demás sabían que iban a un país en guerra, que se cruzarían disparos y las consecuencias que esto podría acarrear. No me hace ninguna gracia, como es de suponer, tener un hijo en medio de un conflicto bélico y pienso que no se nos ha perdido nada en un país que no quiere cambiar, pero es su vida y su decisión y nadie va ni engañado ni obligado.
Siento una pena enorme por todos los soldados muertos en combate o accidente y pido que nunca le toque al mío, pero lo que no haré es culpar de engaño a nadie.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de octubre de 2009