Dice la ministra de Sanidad que España ya está preparada para abstenerse de fumar en locales públicos. La cosa está en entredicho, según comentan con pasión parroquianos de bares y restaurantes. Cantinas tiemblan; tabernas semivacías; menús, muertos de risa en la cocina. Los políticos se traen entre manos una ley más coercitiva sobre el tabaco y sus usuarios.
Las anteriores leyes han tenido efecto positivo. Los fumadores saben que algún día tendrán que dejarlo. A muchos les ha venido de perlas la prohibición en el trabajo. Todas esas inscripciones funerarias en las cajetillas intimidan y mucha gente está mosqueada con los humos.
A la hora del aperitivo, un tipo conocido por su guasa, su elocuencia y su adicción a habanos, lanzó esta arenga apocalíptica:
-De ahora en adelante, el quinto mandamiento será "no fumarás". El tabaco mata en doble sentido: suicidio y asesinato. No sólo se suicida usted, señora o señorita, sino que está matando a sus hijos, esposo, amantes y demás, lo cual es asesinato múltiple. Todo fumador comete crímenes. El ideal de vida de Lao Tse consiste en "no ser tirano de nadie ni esclavo de nadie". Y menos, de un vil cilindrillo relleno de sustancias cancerígenas. Caballeros, hoy me retiro definitivamente de nuevo del habano.
Desde la esquina de la barra, un escéptico esgrimió: "También mata la vida, y nos la tenemos que fumar, mamón. Todo es relativo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de octubre de 2009