Hace dos años y medio compré un piso de protección oficial. Una de las condiciones hipotecarias (establecidas por ley) me somete a un préstamo de 25 años si quiero cobrar la ayuda por adquisición de vivienda. Afortunadamente, soy una persona solvente y como el inmueble tiene un precio razonable (como debieran tenerlo todos, por cierto), puedo permitirme pagar dicho préstamo en 10 años. Por ello planteé a la Consejería de Vivienda de Castilla-La Mancha la posibilidad de renunciar a los 7.300 euros recibidos en concepto de subvención para así poder acortar el periodo de tiempo.
Sorprendentemente, me comunican que rechazar dicha subvención conllevaría la pérdida del piso, es decir, que prefieren derrochar 7.300 euros de los que voluntariamente estoy dispuesto a desprenderme, antes de que puedan emplearse en algo más necesario.
Si Kafka levantara la cabeza no sólo constataría que la banca siempre gana como en Las Vegas, sino que descubriría ufano un impresionante filón que al servicio de su talento proporcionaría jugosas lecturas acerca de nuestro sistema económico y administrativo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de octubre de 2009