Joan Cornudella (Barcelona, 1959) se mantuvo a los mandos de Panrico después de que la compañía fabricante de los populares Donuts y Bollycao dejase de ser una de esas grandes firmas familiares catalanas -perteneciente a Albert Costafreda- en el año 2005 para pasar a manos del fondo de inversión Apax Partners, en esa época en la que el capital riesgo pagaba frioleras por empresas a las que veían proyección (la firma se valoró en 900 millones de euros). El nuevo propietario le confió el futuro de la compañía. Después de cuatro años bregando al mismo tiempo con un plan de reestructuración de todo el grupo y un proceso de expansión mediante compras (aunque la adquisición de las galletas Artiach, de Kraft, se hizo remolona), Cornudella ficha por el grupo Agrolimen, de los Carulla, propietario de firmas como Gallina Blanca Star o Pans & Company. De nuevo, en la empresa familiar catalana, aunque con 7.000 trabajadores en todo el mundo y un volumen de negocio de 1.778 millones de euros el año pasado.
El aún ejecutivo de Panrico defiende que la empresa se internacionalice
Con un máster en dirección y administración de empresas por ESADE, tiene una dilatada experiencia en el sector agroalimentario: antes de Panrico pasó por Matutano e inició precisamente su carrera en Gallina Blanca (también participada por Agrolimen).
Las personas de su entorno dicen que practica asiduamente el golf (handicap del 7,8, para más señas) y que en el pasado llegó a participar en más de una competición de esquí. Que tiene una buena biblioteca y que le gusta la literatura japonesa. La última novela que ha caído en sus manos es Vida y destino, la historia que Vasili Grossman escribió sobre la batalla de Stalingrado.
Sobre la economía y el mundo de la empresa, Cornudella acaba de leer El impulso irracional, una historia escrita por dos hermanos, Ori Brafman (economista) y Rom Brafman (psicólogo), cuyo objetivo es desentrañar el proceso de toma de decisiones y ayudas -se supone- a hacerlo de forma adecuada. No le irá mal en los tiempos que corren para pilotar un grupo como Agrolimen. En sus últimas intervenciones públicas, Cornudella solía hablar de la necesidad de que las empresas de alimentación se dotaran de tamaño y se internacionalizasen, pese a que en el caso de Panrico le tocó dar un buen recorte a su actividad industrial en el extranjero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de noviembre de 2009