Peter Brook, un clásico ya deTemporada Alta, acaba de pasar por el festival gerundense con otro montaje pequeño, cortito, intimista, pero poderoso, pues su base no es otra que una selección de los sonetos de Shakespeare. Los actores Natasha Parry y Michael Pennington interpretan una treintena, como mucho, de los 154 que componen el grueso de la obra lírica del bardo, y lo hacen sin más apoyos que el uno para el otro, varios taburetes y la banda sonora que interpreta en directo el pianista y compositor Franck Krawczyk. La selección sigue las pautas de la dramaturgia clásica, con su introducción, su nudo y su desenlace, de manera que los sonetos se nos ofrecen hilvanados bajo los subtítulos El tiempo voraz, La separación, Los celos y El tiempo vencido.
LOVE IS MY SIN
Sonetos de William Shakespeare. Adaptación y dirección: Peter Brook. Intérpretes: Natasha Parry, Michael Pennington. Músico: Franck Krawczyk. Iluminación: Philippe Vialatte. Festival Temporada Alta. Teatre de Salt. Girona, 31 de octubre.
El paso del tiempo desde la paradoja en la que el hombre se ha visto sumido siempre: hemos intentado poseerlo, pero es el tiempo quien nos posee, como muestra el soneto 123: "Nuestros días son breves y por eso admiramos / lo que tú nos impones"; el amor desde la vertiente más triste (la separación de los amantes bajo la excusa del "no te merezco", por ejemplo): "Adiós, eres demasiado querida para que yo te posea" (87) o la más angustiosa en forma de celos o de indiferencia: "En contra de aquel tiempo en que pases distante" (49) y que conducen al autor a aceptar su falacia: "Con ella sé que miento y ella miente conmigo / y mediante mentiras, nuestro error halagamos" (138) y su fatalidad: "El amor es mi pecado y el odio tu virtud" (142, el que da título al montaje), y finalmente la muerte como resolución inevitable: "Y con la Muerte una vez muerta ya no existe el morir" (146).
Qué difícil es no verse implicado emocionalmente en alguno de estos versos que tanto Natasha Parry como Michael Pennington dicen desde el fondo de su corazón, pero sin caer en ningún momento en la afectación, con una ternura infinita y una gran complicidad entre ambos, digna del soneto 23: "Aprende a leer lo que el amor silencioso ha escrito; / oír con la mirada es signo de amor puro". Y qué oportunos los interludios musicales. Cómo consigue Franck Krawczyk emular el vaivén del mar accionando el fuelle del acordeón sin nota alguna, y cómo ese sonido enlaza con el soneto 60: "Como las olas hacia la escarpada orilla / así avanzan nuestros minutos hacia su final".
Los apenas 60 minutos que dura el espectáculo avanzan sin que nos demos cuenta. Love is my sin (El amor es mi pecado) pasa en un soplo, pero uno de esos capaces de generar todo un torbellino de emociones en nuestro interior. Muy emotivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de noviembre de 2009