Desde el nombramiento de Elena Salgado como vicepresidenta del Gobierno y ministra de Economía y Hacienda no hay día que pase sin que alguno de los comentaristas, tertulianos o articulistas que tanto abundan hoy le "perdonen la vida" con una actitud machista e intolerable, que me recuerda la que siguieron con Magdalena Álvarez, ministra de Fomento en el anterior Gobierno de Rodríguez Zapatero. No puedo soportar la actitud paternalista y vergonzante de los diputados socialistas que se lamentan "porque no arroparon más" a la vicepresidenta Salgado en el pleno del debate a la totalidad de los Presupuestos. Ella no necesita esa protección tiene el conocimiento y la entereza suficiente, pero es una mujer que -como Magdalena, Bibiana Aído y tantas otras- exige el mismo respeto que los hombres ministros, y no tiene por qué aguantar la actitud machista, zafia y arrogante de Rajoy o la, también, protección machista de los suyos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de noviembre de 2009