Leo que el Congreso está decidido a acabar con los privilegios fiscales de los trabajadores extranjeros que cobren más de 600.000 euros anuales (cerca de 100 millones de las antiguas pesetas).
Esta medida afectará principalmente a futbolistas con sueldos astronómicos. Y me sorprendo, pero no por la noticia, ya que es de justicia social y de sentido común que las rentas altas contribuyan más al erario público, sino porque en el entorno del fútbol se echen las manos a la cabeza y teman que nuestra Liga empeore una vez aplicada la medida.
Preferir buen fútbol a mejorar los servicios públicos básicos como la sanidad, la educación, el transporte..., denota que en este país vivimos rodeados de infames para los que el circo y el propio capital están por encima de todo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de noviembre de 2009