Están todos jugando al billar, o al chapolín: a ver quién mete la bola y dónde. Déjenme que le robe esta idea al colega Matías Vallés; se la escuché en la radio: "Mariano Rajoy dijo que iba a dar un puñetazo en la mesa. Pero dio un puñetazo debajo de la mesa".
Y sonó a ruido opaco. La mesa estaba copada por los sonidos de una guardería: allí se refugió Esperanza Aguirre mientras se afilaban las espadas. Eso es jugar al billar: dejar que el contrincante se desconcierte creyendo que gana. Inédito: hacer la guerra desde una guardería. Es que se le ocurre de todo.
Es extraño lo que ocurre con el Partido Popular. Ha luchado por ser popular y ha terminado partido. Todavía no, o no del todo; necesita tiritas. Rajoy los convocó para ponerlas, pero se halló con la pared enfrente: Esperanza.
¿Qué quiere? Su puesto. Ella juega a desestabilizar; entre los que juegan al billar, o al chapolín, eso se hace mucho: basta con que guiñen un ojo para que el contrario sienta que el piso se tambalea. Esperanza Aguirre tiene un lenguaje incómodo, no puede gustarle a Rajoy, pero es su lenguaje. Cuando ella dice que es la víctima agredida sabe qué palabras está usando; esa sintaxis suya es más eficaz que la de Rajoy. A Rajoy tuvo que salir a interpretarlo María Dolores de Cospedal, y se largó un párrafo enorme tratando de sintetizar. Mientras que Esperanza lanzó esta bola de billar:
-Han puesto a la agredida al mismo nivel que el agresor.
Luego llegó Sáenz de Buruaga, que es su exégeta, empolvó la frase en Telemadrid y ya el contraataque (casi simultáneo: Rajoy disparaba en Génova, rodeado de veteranos que le decían Sí, y ella le decía No entre niños) rodó por la cuesta de esa emisora aguirrista como si fuera la explicación de todo el asunto. Ella, la agredida; los otros, los agresores.
Jugando al billar ella es bronca. Comparte con su colega Francisco Camps el mismo propósito, disimulado por éste: ganarle a Rajoy, jugando al billar, al póquer, o a las siete y media. Pero Camps se disfraza de san Francisco de Asís. Le dice a Mariano, con la daga empuñada hacia dentro:
-Cuando yo estaba mal y sufría pensaba en ti y me animaba.
Lo que es la vida: dicen una cosa y piensan otra. No todos: Esperanza dice lo que piensa, por eso está abierta esta guerra. Si no, sería una guerra sorda hasta que pase la tempestad y nos pongamos, debajo o encima de la mesa, en el año electoral de 2012. Si llega Rajoy será vendado; ya tiene en el cuerpo muchas de las heridas que le acompañarán en el litigio. Se las han hecho jugando al billar; mientras él se creía el rey del tapete le quitaba las bolas la reina de la guardería.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de noviembre de 2009