Se lleva mucho tiempo debatiendo sobre la legitimidad, necesidad y/o legalidad de la exhumación de los restos de Lorca. Desde aquí quisiera plantear un punto de vista: es precisamente para la reivindicación de la memoria por lo que los restos de Lorca no deberían ser exhumados.
Si al final se hace, habrá toques de corneta, manifiestos y artículos rememorando el asesinato, el proceso de búsqueda, el litigio, etcétera. Pero transcurrirá un tiempo en el que regresaremos a los quehaceres de siempre, es decir, al olvido.
Si los restos de Lorca permanecen donde están, habrá un lugar para la memoria, más allá del mero monolito conmemorativo de rigor. Lorca, bajo esa tierra, de algún modo permanece como símbolo de lo que sucedió, sucede y sucederá siempre. Porque a veces la restitución es olvido, y la injusticia imperecedera es lo que mueve a recordar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de noviembre de 2009