"El Tribunal de Cuentas no dispone de herramientas ni de personal para buscar fraudes". Así de contundente se mostró ayer José Ignacio Martínez Churiaque a preguntas de la socialista Joana Madrigal. "La fiscalización no tiene como objetivo la búsqueda de fraudes. Un buen trabajo de muestreo y de fiscalización no garantiza la revisión de todos los fondos", argumentó el presidente del órgano auditor.
Churiaque quería explicar, aunque sin citarlos, cómo ha sido posible que pese a la fiscalización pública se hayan registrado episodios como la ruinosa operación de compra de divisas por parte del Guggenheim para financiar obras de arte, que motivó unas pérdidas de 7,5 millones de euros.
Más reciente es el caso Margüello, referido a las supuestas irregularidades en las contrataciones externas de Osakidetza, pero también flotaba en el aire el escándalo de la Fundación Balenciaga, y el desfalco del que fuera el director financiero del Museo Guggenheim, Roberto Cearsolo, que se llevó más de 500.000 euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de noviembre de 2009