Estos días la gente se muestra desencantada con la política y con los políticos. Manzanas podridas las hay en todos los colectivos, no sólo en la política, aunque aquí relacionemos el poder con la ambición sin límites. No creo que se trate de falta de control ni de impunidad, porque ahora hablamos de la corrupción, lo que es muestra de un cierto control. Si no, simplemente, nadie sabría nada. Los mecanismos de control funcionan, al menos los que tienen que ver con la justicia y las investigaciones policiales.
Ahora bien, hablemos de los partidos y de sus estructuras. Estoy de acuerdo con el conseller Castells cuando dice que estamos ante el agotamiento de un ciclo y ante una crisis de valores que conducen a la desafección de los ciudadanos. Y aquí el papel que tienen los partidos políticos. Si no tiramos de la manta, como dijeron muchos a raíz del caso Millet, quizá es porque hay demasiadas cosas a esconder.
Si no quieren más desafección y más abstención, ya pueden empezar a tirar de la manta y hacer limpieza de aquellos que se aprovechan de sus cargos públicos y de los que usan los contactos que les da la política para beneficio propio. ¡Basta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de noviembre de 2009