El secuestro del 'Alakrana'
El caso de los piratas somalíes detenidos el 3 de octubre tuvo ayer un avance muy significativo hacia su solución. El juez Santiago Pedraz, a instancias de la fiscalía, procesó a Cabdiweli Cabdullahi, Abdu Willy, y Raageggesey Hassan Aji, Rageggesey Adji Haman, por 36 delitos de detención ilegal y otro de robo con violencia agravado por el uso de armas.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional no tiene intención de pedir la expulsión de los dos piratas encarcelados en España por el secuestro del Alakrana tras su posible condena, según fuentes fiscales. Esta decisión bloquearía una de las posibles soluciones rápidas al caso, y pasaría al Gobierno la patata caliente, pues tendría que optar, una vez que hubiera sentencia firme, por el indulto o por un convenio para que cumplieran la pena en Somalia, un Estado fallido, sin cárceles ni tribunales.
Terminada la convención del PP en Barcelona, y tras el éxito del discurso de cierre de Mariano Rajoy -centrado en los valores del partido- que tiene muy animados a los marianistas, los populares vuelven a su compleja realidad diaria. Los rescoldos de la crisis valenciana les siguen dando preocupaciones.
Camps siguió ayer frente a la sede del PP en Valencia, durante varios metros, a un joven que le había gritado: "¡Toda España sabe que eres un corrupto!". "¿Por qué me dices eso?, no, ven, cuéntamelo", le inquirió el líder valenciano. El joven, sin detenerse, añadió: "¡No representas a nadie, ni a Valencia ni a nadie, desgraciado!".
En noviembre de 2004, Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta, a la sazón gerente y tesorero nacional del PP, informaron a la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, en presencia del líder del partido, Mariano Rajoy, de que se estaba gestando una operación urbanística corrupta por parte de Francisco Correa en el ayuntamiento madrileño de Arganda del Rey, en torno a la venta de una parcela municipal (la 124), con respaldo de los principales cargos municipales del PP.
Era terrorista, pero no tonto. El testigo protegido F1, que alertó a las fuerzas de seguridad del plan de la organización yihadista Al Qaeda para atentar con explosivos en el metro de Barcelona en enero de 2008, se enteró en la capital catalana de que de fabricante de las bombas se iba a convertir en suicida y ello fue determinante para que decidiese echar abajo la operación.
Una confesión muy detallada ante la Guardia Civil sobre el asesinato del alcalde de Fago, su huella genética en el coche de la víctima que supuestamente trató de esconder tras su muerte y los restos de plomo, bario y antimonio -indicios de un disparo- que se hallaron en sus brazos.