'Cocktail'

¿Un negroni, un americano, un dry Martini? La posibilidad de tomar un cocktail hecho con rigor en Valencia es tan limitada como en el resto de nuestro país, y parece por los resultados obtenidos en la mayor parte de los establecimientos que a las cosas del beber dedican sus afanes, que la combinación ajustada en un vaso mezclador de dos o más productos diferentes plantee problemas de difícil solución, incluso para los que se califican como profesionales de la restauración.

Las mezclas, por lo general alcohólicas y de alta intensidad, que tan de moda estuvieron en años anteriores -mucho tuvo que ver en ello la influencia yanqui y nuestra admiración por una cultura que se presumía deseable- fueron perdiendo fervor popular a medida que los gustos se aligeraban y las bebidas largas se hicieron con el favor del consumidor. La nostalgia, no obstante, hace mella entre nosotros y en ocasiones nos complace reconfortarnos -es una forma de hablar- con las temibles combinaciones de la ginebra con nada de vermú, o el Martini y el Campari en sus justas proporciones.

En Aquarium saben no solo adecuar las cantidades de cada ingrediente, mezclar, agitar -que no batir- y enfriar el resultado de la acoplada medida, sino que son capaces de agregarle al combinado ese algo especial que lo distingue de los demás y lo hace primoroso.

Además están en disposición de acompañarlo con toda suerte de ligeras fruslerías, para que su ingestión sea plácida y contenida, que ni se demore ni se precipite, y de esta suerte lograr que el aperitivo cumpla la función para la que nació, que no es otra que aperire: abrir el apetito.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de noviembre de 2009