"Se cagó antes en mi puta madre y por ese motivo la verdad es que le llamé negro". El que suscribe estas palabras es Antonio Galdeano Benítez, conocido como Apoño. No se puede ser más eficaz al resumir el enfrentamiento que tuvo el centrocampista del Málaga con Ewerthon, delantero del Zaragoza, durante el encuentro de la Liga jugado el domingo pasado en La Rosaleda.
Apoño desveló ante los medios uno de los pasajes más broncos de un encuentro marcado por los continuos conflictos entre los jugadores. Se lo pusieron difícil al árbitro, Antonio Rubinos Pérez, quien, además, no se enteró de nada de lo que ocurrió en el césped. Basta con un vistazo al acta del partido para comprobar que Ewerthon ni siquiera fue amonestado y que respecto a Apoño todo se saldó con una tarjeta amarilla "por discutir con un contrario sin llegar al insulto ni amenaza". El despiste de Rubinos fue tan monumental que tampoco vio cómo Ewerthon y Apoño se retaban para verse las caras a la finalización del partido. "Le he estado esperando y la verdad es que no había nadie a la salida del vestuario", reconoció también el propio Apoño.
Las palabras de Apoño confirmaron que en el césped salieron a relucir insultos, amenazas y hasta un salivazo. Un escupitajo del propio Apoño a Ander Herrera que ha sentado muy mal en las altas instancias del club. El presidente, Fernando Sanz, afirmó ayer: "No puedo consentir que un futbolista que lleve la camiseta del Málaga tenga esas actuaciones. Representa a una entidad y a una afición".
El feo gesto traerá consecuencias para un futbolista nacido en un barrio tradicionalmente marginal en Málaga, La Palmilla, y al que el técnico, Muñiz, recuperó tras dirigirle en el Marbella, en Segunda B. Antes había abandonado la cantera blanquiazul.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de noviembre de 2009