Mi periódico, EL PAÍS, no me ha defraudado. Creo que su editorial es ponderado y una vez más evidencia la distancia sideral entre ustedes y los periódicos de la caverna. Desde Catalunya me adhiero al editorial conjunto y entiendo que desde otras comunidades pueda verse diferente.
Pero la sarta de necedades, hipocresías y odios que se vierten desde los medios y partidos de la derecha me parece escandalosa. Nadie como ellos ha presionado a los tribunales. Nadie como ellos ha propiciado la división de España. Nadie como ellos ha fomentado la catalanofobia.
Y ¿qué decir de un Tribunal Constitucional que es una correa de transmisión de los partidos? ¿Qué decir de un Tribunal Constitucional incapaz de elevarse por encima de la política cotidiana? Me da vergüenza.
Espero que todos en la sociedad catalana sepamos estar a la altura y demos una respuesta unitaria y democrática. Será la demostración de que por encima de los partidos hay una defensa clara del Estatut.
La España excluyente de siempre nos desprecia, nos humilla y nos odia, pero también nos subestima.- Jaume Suriñach. Les Masies de Roda, Barcelona.
Leo con asombro la entrevista que realiza su periódico a Artur Mas. Sin ningún pudor, el dirigente de CiU manifiesta: "Tenemos contrastado con estudios sociológicos que en una consulta [sobre la autodeterminación] en toda Cataluña ganaría el no. Sería un error convocarla para evidenciar ante España y todo el mundo que Cataluña lo que quiere es simplemente ser española. Eso llevaría al país a la derrota. Si se puede plantear en el futuro, ya se verá".
Es decir, que el señor Mas propone esperar a que cambie la tendencia en Cataluña para plantear la hipotética consulta. Lo que queda por preguntarse es si CiU se va a conformar con ser un mero espectador de la evolución política de la sociedad catalana, o si va a emplear todos los resortes de poder de que dispone, que son muchos y variados, para inducir tal cambio de tendencia.
En cuanto un observador externo repara en las políticas lingüísticas de la Generalitat, o en los contenidos de historia que se imparten en colegios e institutos, no puede dejar de sentir el soplo helador que retrotrae al adoctrinamiento de otras épocas y otros lugares.
Seguramente CiU se puede permitir dejar reposar el planteamiento de la consulta una o dos generaciones, para asegurarse así la respuesta que persigue.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de diciembre de 2009