Dentro de una escena tan codificada como la del hip-hop estatal, los destellos de singularidad son los que marcan las diferencias. El alicantino Nach es desde hace algunos años uno de los raperos más populares del país, y ha logrado hacerse un hueco dentro de ese pequeño elenco de artistas hip-hop hispanos que pueden grabar en una multinacional a base de una receta que, sin demasiados fuegos de artificio, tiene sus mejores bazas en la honestidad, la transparencia y el destajo.
Como dijo sobre el escenario de Mirror, lo suyo es un 99% de trabajo y 1% por ciento de casualidad, algo que, unido a su ausencia de prejuicios y a su condición de precoz perro viejo, convierte su discurso en uno de los más efectivos que pueden verse sobre nuestros escenarios.
NACH
Nach: voz; Abram: voz; DJ Joaking: programaciones y voz. Mirror. Valencia, sábado 5 de diciembre de 2009.
El perfeccionamiento de su propuesta le aleja de esos mimetismos líricos tan exagerados (como el que mantiene su eficiente partenaire Abram con la combativa escena francesa que testificó las revueltas de París, tal y como demostró en su pase como telonero), repartiendo estopa entre la clase política sin caer en lo panfletario (Esclavos del destino), arremetiendo con gracia contra la telebasura (Quiz Show) y, sobre todo, dotando a sus rimas de una bases sonoras que no esconden su extracción soul o gospel, para dulcificar así un repertorio que puede espantar a puristas y mentes estrechas. Sr. Libro y Sr. Calle o Ángel fueron dos buenas muestras, en absoluto contradictorias con su bien acreditada -y de nuevo probada sobre el escenario- condición de aguerrido prestidigitador de la palabra.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de diciembre de 2009