Tengo 21 años y pertenezco a una nueva generación de murcianos que está cansada de oír a sus padres contar que hubo unos baños árabes de gran valor artístico, cultural, que eran la joya de nuestra ciudad en cuanto a arte islámico se refiere. Ellos nos cuentan con resignación y nostalgia que esos maravillosos baños fueron arrasados para construir nuestra actual Gran Vía.
En ese momento nos desprendimos de algo que nos hacía únicos por tener otra cosa que nos hizo igual que al resto ¿No se podía haber planificado de forma diferente? ¿Ha supuesto esta Gran Vía un grandísimo aporte económico justo en ese emplazamiento que justifique la destrucción de los baños árabes? Nos volvemos a encontrar enfrente de, como bien definía Galiana, periodista murciano, "un mal entendido progreso". No permitamos que la historia se repita y seamos nosotros los que dentro de unos años les contemos a nuestros hijos con pesimismo y derrota que también se perdió aquí, en Murcia, parte de una antigua ciudad islámica que nos brindaba la oportunidad de nuevo de ser únicos, ya que, en palabras de los expertos, es de un incalculable valor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de diciembre de 2009