En 2002, planeó con Gibson reclamar a García Lorca como "desaparecido" ante la ONU. "Pero Fernández Montesinos [sobrino del poeta] se opuso. "Todo este caso ha sido un lastre", explica Silva. "Cuando abríamos una fosa, pesaba sobre nosotros la posibilidad de que una familia se opusiera, pese a que los derechos se ejercen en positivo: si yo no quiero ir a votar, no se suspenden las elecciones, y si no quiero sacar a mi abuelo de una fosa, no puedo impedir que otro lo haga. En este caso es dramático, porque si los Lorca no lo hubieran impedido desde hace años, ya se habrían dado cuenta de que no estaba en Alfacar, habrían buscado en otros sitios y quizá los hubiesen encontrado ya".
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"Es un caso simbólico y sintomático. ¿Por qué no han salido asociaciones de homosexuales o de escritores como representantes de este poeta asesinado?", se pregunta. Está convencido de que fue la autorización de Garzón para abrir esta fosa lo que torció la causa abierta contra el franquismo. "El pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia se reunió de forma urgente para paralizar la exhumación. Días antes, los Lorca habían visitado al fiscal...".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de diciembre de 2009