Temeroso del conflicto que se le podría abrir en Ourense, donde José Luis Baltar manda en el partido desde hace dos décadas, el presidente de la Xunta y del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo, había consentido una prórroga al sempiterno barón para ganar tiempo, programar un relevo calmado y cumplir así con sus anunciadas promesas de renovación. Pero Baltar, que cosecha en su provincia cotas de apoyo electoral de récord, a menudo por encima del 60%, eligió una vez más su camino. No opta a la reelección, para alfombrar así el camino a la presidencia provincial de su hijo José Manuel, vicepresidente del Parlamento gallego. Lo hizo tras consultar a los alcaldes, que en su mayoría le pidieron que siguiera.
Mandó más su esposa, Alicia Blanco, que desde hace años, según él mismo ha reconocido, le invita a dejar la política. Cuando comunicó su retirada a Feijóo, todo lo que le pidió el presidente regional fue que mantenga la neutralidad en el cónclave que se celebrará el 30 de enero.
Pero Baltar vuelve a decir no a su jefe de filas. En declaraciones a EL PAÍS, explica que la neutralidad pactada le obliga "como presidente del PP, no como padre". De hecho, admite que su papel en el proceso sucesor es así mucho más fácil: al presentarse su hijo, no tiene "necesidad" de explicar a los alcaldes a quién hay que apoyar. "No me lo preguntan, es mi hijo, no otro aspirante".
De hecho, el menor de los Baltar, José Manuel, es el mejor colocado para suceder a su progenitor primero en el PP de Ourense y luego en la Diputación. Ha cosechado más de 2.805 avales frente a los 132 reunidos por su oponente, Juan Jiménez Morán, alcalde de Verín, que en su presentación esgrimió su cercanía a Feijóo. Baltar padre vigila por si acaso y pide al presidente gallego que cumpla con la "neutralidad pactada".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de diciembre de 2009