Puede que, como dice Arenas, Griñán no sea nadie para decidir quién debe estar al frente de la CEOE. Es cosa de los empresarios. El presidente andaluz tampoco lo ha pretendido. Confiesa que le gustaría que Santiago Herrero lo fuera de la patronal española. "Sería un gran presidente", señalaba en la entrevista en la SER Andalucía. Claro que advertía que "no quería gafar a nadie, ni meterle en vericuetos que, a lo mejor, él ni siquiera se ha planteado". Declaraciones, en fin, sumamente respetuosas con la autonomía empresarial, desde luego, y sinceramente elogiosas, en particular, hacia la persona que encabeza al empresariado andaluz. Tan escueto pronunciamiento puede interpretarse, también, como un claro respaldo a Herrero frente a Gerardo Díaz Ferrán, cada día más cuestionado. De esa forma actúan otros en distintos lugares como es el caso de Cataluña en donde ya comienzan a lanzar sus propuestas sin reparo alguno. Pero, a diferencia de lo que aquí ocurre, allí hay cierre de filas. Son conscientes del interés que puede tener para su comunidad. Sin embargo, tal reflexión resulta imposible en nuestra tierra. Y eso que el propio Herrero no se ha movido ni un milímetro, pero a nadie se le escapa que es el mejor situado para tomar el mando.
Sin embargo, se ha vuelto a poner de manifiesto la escasa simpatía que despierta en el jefe de la oposición al igual que ya ocurriera cuando la firma del Acuerdo de Concertación. Fue el propio Herrero el que arremetió contra las duras críticas lanzadas por el PP. Se empleó con contundencia al recordar cómo el mismo Arenas había llegado a acuerdos similares, aunque sólo con los sindicatos y cuando precisó que su organización está siendo continuamente fiscalizada. Detalles que alguien no está dispuesto a pasar por alto, ni ante la posibilidad de que fuera un andaluz el que lograra la máxima representación empresarial. Cuando se habla de "régimen" ¿se referirán a este tipo de comportamientos tan sectarios?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de diciembre de 2009