De nada sirvieron las peticiones de clemencia del primer ministro británico, Gordon Brown, ni el hecho de que padeciera una enfermedad mental. El Gobierno chino ejecutó ayer mediante una inyección letal al británico Akmal Shaikh, de 53 años, acusado de narcotráfico. El Gobierno de Londres protestó airadamente por la ejecución, pero dejó muy claro que no tiene la menor intención de convertir el suceso en una crisis diplomática con Pekín. Las autoridades chinas, por su parte, rechazaron cualquier crítica a su "soberanía judicial". Akmal Shaikh es el primer europeo ajusticiado en China desde el año 1951.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 30 de diciembre de 2009