"Un desalojo, otra okupación". El lema del movimiento okupa se cumplió a rajatabla tan sólo 12 horas después del desalojo del Patio Maravillas el martes pasado. Aunque el nuevo local está en la calle del Pez, 21, un inmueble abandonado desde hace unos tres años, "la esencia es la misma, somos los mismos y el Patio sigue, es el Patio al cuadrado", dice uno de los nuevos inquilinos.
La noche de Reyes fue un trasiego de bicis y gente con colchones que circulaba por el patio trasero de Gran Vía. "¡Qué original y diversa se ha vuelto esta calle!", exclama Patricia Tabernero. Tras el desalojo por la mañana y una concentración de repulsa que congregó a unas mil personas durante la tarde, los okupas del Patio Maravillas se trasladaron a la calle del Pez durante la noche. "¿Estabais en la concentración? Venid a dar una vuelta por el barrio", invitaba uno de los participantes. La gente les siguió y se encontraron con el nuevo Patio: un antiguo edificio de cinco plantas vacío desde hace más de tres años.
"Teníamos pensada una alternativa porque sabíamos que estos días eran de riesgo", explica Mike, del comité de prensa. Una treintena de agrupaciones desarrollaban sus actividades en el Patio y lo seguirán haciendo. "Espero que les dejen instalarse. Una amiga mía iba a algunos talleres en el Maravillas", cuenta Luisa Martín, de 76 años, que lleva más de un cuarto de siglo en el barrio.
El lunes esperan recomenzar con las actividades semanales, pero aún queda limpiar, quitar escombros y acondicionar. A pesar del abandono, el edificio tomado, que también tiene patio, está en buen estado. Durante la primera noche durmieron en él cerca de 30 personas.
Mientras continúan las labores de limpieza, los coches patrulla pasan regularmente frente al inmueble. No se detienen, pero cuando repentinamente aparece un furgón las puertas se cierran y se echan las cadenas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de enero de 2010