Lo sucedido con el activista de Greenpeace López de Uralde no me ha sorprendido en absoluto. Analizar los cambios que se han producido en la legislación danesa en cuanto a extranjería desde que gobierna el partido Venstre con la ayuda de la extrema derecha (el Danske Folkepartie) ilustraría el porqué de mi falta de extrañeza.
Es también representativo el suceso que se dio en agosto de 2009, cuando la policía danesa entró a golpes en una iglesia de Copenhague (Brorsons Kirke) donde se refugiaba un grupo de iraquíes, hombres, mujeres y niños a quienes se había denegado asilo y se pretendía deportar a su país de origen. A mi entender, el hecho de que los activistas fueran extranjeros ha jugado también su papel en la forma en que han sido tratados con posterioridad.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de enero de 2010