Después de varios meses de debate sobre la conveniencia de una reforma laboral, con más críticas a la acción de Gobierno que propuestas, Mariano Rajoy se ha decidido por fin a dar a conocer la receta del PP, que aunque deliberadamente oculta desde que se abrió esta cuestión, refleja claramente el ideario de la derecha.
La solución a la crisis, según el PP, es tan simple como abaratar el despido para así acercar la brecha que separa actualmente a los trabajadores con contrato temporal de aquellos que tienen un contrato indefinido. Así, la tasa de temporalidad -en torno a un 30%- se reduciría animando a los empresarios a concertar más contratos indefinidos pues, según Rajoy, les costaría lo mismo que despedir a un trabajador temporal, ya que el importe de la indemnización sería parecido.
Lo que queda en evidencia es la falta de propuestas serias de un partido que aspira a gobernar y el aparente desconocimiento de la realidad laboral en España, pues la causa de la contratación temporal no viene dada por el coste de los despidos -que no siempre son de 45 días de salario por año trabajado-, sino por el uso abusivo y en fraude de ley de contratos como el de obra y servicio determinado que se extienden más allá de la causa señalada en el Estatuto de los Trabajadores: "realizar una obra o servicio con autonomía y sustantividad propia distinta de la actividad normal de la empresa", es decir una actividad especial y diferente tanto en su identidad como en su duración limitada. Lo cierto es que nos encontramos sectores como la enseñanza, servicios telefónicos, hostelería, construcción e incluso servicios de la administración donde está generalizado el uso de este contrato para realizar las actividades que les son propias y normales, lo cual contribuye decisivamente al exceso de temporalidad.
Señor Rajoy, no se equivoque, la crisis no se resuelve mermando derechos a los trabajadores ni haciendo demagogia en la cola del Inem.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de enero de 2010