A Pekín no le tiembla el pulso ante Google. El Gobierno chino justificó ayer su férreo sistema de control de Internet, la gran muralla de su censura, pese a la amenaza de la multinacional de abandonar el país tras sufrir un ataque informático. Pekín reafirmó el deber de las empresas de colaborar con las autoridades para "guiar de forma adecuada las opiniones en la Red", así como evitar los "rumores". El resto de grandes empresas hackeadas, más de 30, ha evitado cualquier protesta.
MÁS INFORMACIÓN
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de enero de 2010