Óscar Pereiro volvió a pedalear con dorsal seis meses después de retirarse del Tour, etapa de Envalira, después de pronunciar, lapidario, "no doy una pedalada más". Cambió de idea, sin embargo, unas semanas después. Fichó por el equipo de Alberto Contador y, a los 32 años, el ganador del Tour de 2006 proclama que ha encontrado la ilusión perdida. Empezó a demostrarlo ayer, en un critérium en Adelaida (Australia) en vísperas del comienzo del Tour Down Under, la carrera que inaugura el calendario internacional. Pereiro estrenó sus nuevos colores, el azul turquesa del Astana, y, hábil como siempre, logró que todos lo comprobaran, ya que supo colarse en una fuga, la primera del año, con Lance Armstrong, otro con derecho a gafas de montura amarilla, otro que andaba de estreno, maillot rojo-gris de su nueva marca, RadioShack, el ciclista al que todos los fotógrafos persiguen vaya donde vaya.
No sólo los fotógrafos. A Armstrong, que llegó a Australia como un mesías recién caído del cielo, el icono del nuevo ciclismo a sus 38 años, le acompañaron, unas horas antes, más de 10.000 globeros citados por twitter para un paseo de 30 kilómetros. A Armstrong -"creo que puedo ganar el octavo Tour; si no lo creyera, no seguiría corriendo", dijo el tejano- también le siguió a todas partes Mike Rann, el primer ministro de la región de Australia de Sur, que anda de campaña electoral y a quien no le gusta que le pregunten cuánto paga su Gobierno a Armstrong -"si pudiera votar, votaría a Rann", dijo el ciclista- por sus visitas a su país, aunque varias fuentes hablan de un millón de euros.
En el año que se presume será el de la culminación de la invasión anglosajona, ganó el critérium de Adelaida, 51 kilómetros contra el cáncer, un neozelandés, Greg Henderson, que dio su primera victoria al negro y azul del Sky, el nuevo equipo británico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de enero de 2010