Finales de los sesenta. Siete quinceañeros formábamos el único grupo de folk de Torrelavega: Ilusión Joven. Una mañana, al comienzo del recreo, nuestro amigo Nacho García nos dio una enorme sorpresa: Joaquín Díaz, el folclorista más importante de España, va a estar en su casa invitado por su padre, Pity García Cantalapiedra. En ese momento volví a creer en los Reyes Magos: íbamos a conocer al que, con Mocedades, conformaba nuestra base musical.
Y llegó el día. Nos pusimos nuestras mejores galas; las chicas, faldas plisadas, y los chicos, jerséis de cuello alto o cuello cisne (según versiones). Entramos en casa de Pity y en el despacho, elevado respecto al resto del salón, sentado impertérrito en una butaca, estaba Joaquín Díaz. Nos presentaron, escuchó nuestras intenciones en el mundo de la música y después de darnos unas recomendaciones, nos pidió que cantáramos algo. Aquello nos descolocó totalmente: Joaquín Díaz quería escucharnos. Nacho nos dejó una guitarra e Ilusión Joven cantó para el rey del folk en España. Al final nos dijo que llevaría una cinta nuestra a Hispavox y que trataría de conseguirnos una prueba.
Éstos son unos gratísimos y casi infantiles recuerdos, de una cuadrilla de amigos de Torrelavega. Gracias, Nacho García, y gracias, sobre todo, a tu padre, Pity García Cantalapiedra, que espero que, esté donde esté, siga trabajando para todos aquellos que sientan cualquier tipo de pulsión artística.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de enero de 2010